María quiere ayudar a los judíos (10/04/2023)

El día 10 de abril, la Monja Nordestina tuvo un sueño que sintió ser una revelación. Ella me transmitió el contenido el 15 de mayo.

En el sueño, ella se veía en medio de un escenario devastador de guerra. Había una gran persecución de los judíos. La monja oyó, entonces, la voz de la Virgen María diciéndole que trajera a todos los judíos hacia ella.

Mientras todo era destruido, la monja intentaba llevar a los perseguidos a un santuario mariano, el cual no sabe decir cuál es. En el camino, en medio de explosiones de bombas, encontró una niña judía y, a pesar de los riesgos, pasó a intentar salvarla. Vio también modernos instrumentos de guerra, incluyendo un dispositivo volador que detectaba donde estaban las personas escondidas, aun en refugios subterráneos.

Ella conseguía llevar muchos refugiados al santuario. Ahí vio a Nuestra Señora, que le dijo:

— Tráeme a todos los judíos, porque Yo soy la Madre de todos ellos, de los judíos cristianos y de los que no son cristianos. ¡Yo los salvaré!

Aquí terminó el sueño.

Tan pronto como recibí este relato de la monja, le pedí a ella un tiempo mayor para discernir. Entré en contacto con algunos sacerdotes expertos en teología para preguntar si no sería un error doctrinal la afirmación de que María es también la madre de los que no con cristianos. Después de varias consultas y búsqueda, fui convencido de que todo está de acuerdo con la Doctrina de la Iglesia.

En una famosa canción medieval, la Canción de Santa María 167, se describe la escena de una musulmana de Borja que lloraba por la muerte de su hijo. Viendo a los cristianos pedir ayuda a María, la musulmana resuelve hacer lo mismo y, llevando el pequeño cadáver a un lugar de peregrinación, recibe el milagro de la resurrección del niño. Ante la gracia alcanzada, se convierte al cristianismo. Dice el estribillo de la canción: “Quien confíe en la Virgen y le ruegue con vehemencia, Ella le ayudará, aunque sea de otra ley en su creencia.”

Entonces oremos para que María, madre de toda la humanidad, socorra a los perseguidos. Y, por medio de Ella también, que todos puedan recibir la gran gracia de amar a la Santa Iglesia.

Traducido por: Maria Cristina Jacome