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28 de julio de 2017
Era un viernes por la tarde, cerca de las 15h. El Padre Oliveira estaba en la iglesia, ordenando algunas cosas para dar inicio a un retiro para matrimonios. De repente, empezó a escuchar, a través de locución interior, a alguien que le decía repetitivamente: “¡23 de septiembre!”
La voz a veces gritaba, otras veces hablaba, pero siempre con un tono urgencia. Él no veía nada, solo escuchaba.
Comenzó a pensar en una serie de posibilidades, porque el día 23 de septiembre es cumpleaños de un pariente cercano, día de San Padre Pío y día de su propia consagración al Santo Ángel. Sin embargo, nada parecía tener relación con lo que él escuchaba.
Se preguntó algunas veces, en voz alta, si se refería a su pariente, o a San Padre Pío o a su Santo Ángel, pero la voz solo decía: “¡23 de septiembre!”
Entonces sintió un fuerte deseo de mirar hacia atrás. Cuando miró hacia la puerta de la iglesia, tuvo una visión:
Se encontraba exactamente en el mismo lugar, pero todo estaba oscuro. Por las ventanas, veía, en el exterior, muchos rayos y truenos, como en un fuerte temporal. Luego, empezó a escurrir por las ventanas del frente y por debajo de la puerta de la iglesia un líquido oscuro que fue cubriendo el piso, pasando por el pasillo central y por las bancas hasta llegar a los pies del sacerdote, que pudo ver con más claridad que se trataba de sangre. Tan pronto la sangre tocó sus pies, la visión terminó.
Respecto a ese episodio, nunca tuvo claridad sobre su significado.
Traducido por: Katia Nogueira
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