El 12 de marzo, el padre Oliveira sintió que su Ángel de la Guarda le pedía que fuera a la capilla. Obedeciendo al ángel, comenzó a orar ante el Santísimo Sacramento alrededor de las 23:30 hs. En un momento dado, recibió una locución interior, que anotó en su cuaderno. Permaneció en el lugar rezando hasta las 00:45 de la mañana.
La mayor parte de la locución se dirigía a la propia vida espiritual del sacerdote. A pesar de esto, accedió a hacer público el contenido, porque muchos también pueden aplicarse a sí mismos tales enseñanzas. Se habló del papel de los ángeles de la guarda y se anunció que el sacerdote recibiría tres revelaciones más a finales de ese año (2023), y en una de ellas vendrá la Gracia para discernir todas las demás. También se advirtió que falsos profetas acertarían en sus predicciones, pero que la paz no debía perderse por esto.
El ángel habló sobre la forma correcta de lidiar con las profecías, que deben servir para vivir mejor en el presente, en unión con Dios, recordando que Él está a cargo de todo y es el único que conoce todas las cosas, y que esta parte debe ser contada a todos aquellos que buscan novedades.
Otro mensaje dirigido a todos es que debemos recordar siempre que el camino al Cielo está en la Santa Misa, la Confesión, la Adoración Eucarística, la devoción a Nuestra Señora y la intercesión de santos y ángeles. Esto es lo que la Iglesia Católica siempre nos ha enseñado y siempre nos enseñará.
El tercer mensaje dirigido a todos es una petición de oración por los obispos. El Corazón de Nuestro Señor está entristecido por la falta de oraciones por ellos, que son fuertemente atacados por las huestes infernales. Doblemos, pues, nuestras rodillas por esta causa, añadiendo tal intención a nuestras oraciones, penitencias cuaresmales y Coronillas de las Lágrimas.
Este es el contenido de la locución:
"Hermano... Sabes bien que he estado contigo desde el principio de tu existencia. Te acompaño en cada paso, en cada palabra, en cada elección. He visto toda tu historia, todos tus éxitos y fracasos, todas tus victorias y derrotas, toda la Gracia y todo el pecado. He adorado al Señor contigo, he estado a tu lado en cada Santo Sacrificio que has celebrado. Te he acompañado en cada sacramento administrado por tus manos, que son las manos del Señor. He visto muchos milagros realizados por el Señor a través de ti, incluso aquellos que ni siquiera habías notado. Me afligí por tu pecado, que obstaculizó mi ayuda en momentos en que tu debilidad era mayor que tu amor. Finalmente, siempre he estado contigo, estoy y estaré hasta el día de tu juicio, rogando por tu salvación, para que juntos entremos por esa puerta de la Jerusalén Celestial, destinada a almas como la tuya.
Hoy, de manera especial, vengo a decirte algunas palabras, para que, con la ayuda de la Gracia, continúes por el camino correcto y encuentres la Paz.
Hermano... Primero quiero decirte que debes confesar tus pecados a menudo y con profunda contrición. No permitas que la Gracia sea sofocada por tus pecados. Mantente puro, humilde y temeroso del Señor. Mira siempre con un examen sincero tus elecciones, pensamientos, palabras y acciones, para que no ocultes nada a tu confesor. Agrada mucho al Señor un sacerdote humilde, que no sólo atiende la confesión, sino que también se confiesa con frecuencia.
Lucha contra la tentación. No dejes de pedir mi auxilio en cada batalla, en cada duda, en cada debilidad. Recuerda que estoy aquí para ayudarte.
No dejes que la rutina, hermano, te haga olvidar quién eres... Me puse muy triste cuando vi en una ocasión que pasaste por delante del Sagrario sin hacer una genuflexión. Nuestro Rey está allí, hermano, Nuestro Dios está allí. Nunca dejes de reverenciarlo como debes.
Hermano, yo sé de tus batallas, de la guerra que libras contra los demonios. Estoy luchando a tu lado, aunque me preocupo cuando me doy cuenta de que te aventuras solo... No caigas en esa trampa.
Hermano, quiero que en los próximos días, hagas lo siguiente [fragmento removido para preservar la privacidad del sacerdote] para que toda agitación pueda ser eliminada de tu corazón. Has mirado demasiado al futuro. Tu cabeza está en el mañana, haciéndote olvidar que la Eternidad está aquí, en el presente.
Ninguna profecía es buena si no te hace vivir mejor en el presente. Es para que vivas profundamente el presente y su Gracia, que el Señor te ha mostrado fragmentos del futuro. Estos fragmentos no tienen otra función que la de mostrarte que Él, Nuestro Señor y Dios, es quien está al mando.
Muchos falsos profetas se están levantando e incluso acertarán algunas predicciones. Pero mantén la paz. No prestes atención a nada que llene tu corazón de temor, porque el miedo viene del enemigo.
Mira la Eucaristía, mira a tu Inmaculada y Santa Madre, y mantén la confianza en toda adversidad.
Bien sabes que muchas veces no tuviste el discernimiento de lo que viste. Esto se debió a aspectos en ti que aún necesitan ser santificados [o purificados].
Nuestro Señor y Dios, que todo lo sabe, te envió a un auxiliar, a quien yo mismo busqué, para que no te equivoques en lo que tenías que decir.
Eres un hombre débil, que necesita ayuda y fuerza. De lo contrario, caes por tu cuenta. Por eso te digo, hermano: humíllate ante Dios y reconoce siempre quién eres: un siervo miserable, necesitado de la Gracia.
Sé que la preocupación por el futuro proviene de muchos planes y proyectos que son buenos. Sin embargo, hermano, aunque sean buenos, si te siguen robando el presente, caerás enfermo de cuerpo y alma.
Hermano, anuncia a la gente que el camino es siempre el mismo. Recuérdale a tu rebaño que ninguna profecía cambiará esto: el camino está en la Santa Misa, en la Santa Confesión, en la Adoración Eucarística, en la devoción a la Santa Madre Celestial, en el auxilio de los santos y de nosotros, los ángeles. Díle a los curiosos que la novedad es esta: "Dios es el que conoce todas las cosas".
Todavía quedan algunas palabras más que decirte. Quiero que pidas —y esta petición la traigo directamente de Nuestra Reina— a todos que recen por los obispos. Sí, hermano, es necesario rezar por los obispos. El Corazón de Nuestro Señor está triste por la falta de oración por los obispos.
Muchos han alzado su voz contra el Santo Padre y los obispos. En todo el mundo se levantan personas que disparan flechas de fuego contra los sucesores de los apóstoles.
Permíteme decirte algo importante: hay obispos santos. Obispos que están sufriendo debido a ello. Por lo tanto, hermano, pide a tu rebaño que ore por la santificación de los obispos. Que recen por los obispos fieles que, sirviendo a su consciencia, sólo quieren servir a Nuestro Señor. Eso es lo que te pido, hermano: rodillas en el suelo por los obispos. Hay muchos obispos santos que sufren porque no tienen a nadie que se sacrifique por ellos. La misión de un obispo no es fácil. Por favor, no permitas que murmuren contra los obispos de tu rebaño. Al contrario: haz que recen más por ellos, porque el infierno hace un gran ataque contra el episcopado en todo el mundo.
Reza de modo especial por tu obispo, que es bueno y misericordioso.
Por último, deseo anunciar que te estás adentrando en el último tiempo profético de tu vida. Recibirás, este año, tres revelaciones más, siendo una de ellas la Gracia del discernimiento de todas las demás. Después de eso, irás a la otra misión. Allí, servirás al Señor de otras maneras, porque todo lo que tenía que decirse para este tiempo ya se ha dicho. Seguiré contigo. Continuemos orando juntos por un rato más".
Invito a todos a ofrecer el Santo Rosario por los obispos de todo el mundo, y especialmente por los de nuestras propias diócesis. Hagamos un sacrificio más por esta intención, que puede ser despertar al amanecer de algún día cercano para rezar el Rosario, la Coronilla de las Lágrimas o la adoración eucarística en alguna vigilia.
Dios ama al Episcopado y quiere que estemos unidos a sus pastores. Al rezar por ellos, ayudaremos a santificar al clero y a consolar al Sagrado Corazón de Jesús, con la amorosa compañía de los Santos Ángeles.
Traducido por: Pablo Carrión Arg
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