La madrugada del 24 abril, la Monja Nordestina tuvo un sueño, dividido en tres partes, que sintió ser una revelación.
Ella vio en la sala de maternidad de un hospital, mujeres sufriendo durante la labor de parto. Después del nacimiento, todas las criaturas, aún en los brazos de los médicos, dieron un suspiro y murieron. Las madres estaban angustiadas y lloraban. Los médicos estaban exhaustos y aterrorizados, sin saber qué hacer para evitar esta situación.
Después, la monja se vio en una calle que entendía ser en Italia. Llovía mucho y todo se quedaba inundado. Las personas, huyendo de la inundación, querían salir del país, pero los aeropuertos estaban dañados por el volumen de las aguas y, debido al caos, no había más vuelos. Entonces la monja dijo a las personas que estaban desesperadas:
— ¡Vamos con el Papa, él nos ayudará!
Ella se vio ahora frente a la Basílica de San Pedro, en medio de una multitud. Desde el lado de afuera, todo parecía en perfecto estado. Golpeó la puerta, que se abrió sola. Fue posible ver, en el interior, mucho fuego y destrucción. Gritó:
— ¡Dios mío! ¿Dónde está el Papa?
Desde dentro de la Basílica, una voz demoniaca respondió:
— ¡Él no está aquí! ¡Yo lo devoré!
Todavía en el sueño, la monja entendió que algo grave había acontecido con el Santo Padre. Lo recordó.
Algunas semanas después del sueño, la monja escuchó el estallido de una trabajadora del área de salud que estaba agitada y cansada por una ola de bronquiolitis en bebés. Sin embargo, no sabe si esa parte de la profecía ya se cumplió.
Es posible interpretar de diferentes maneras cada detalle de la revelación. Me llama la atención su semejanza con una profecía de San Juan Bosco en la que un Papa sale de Roma durante una tormenta y otra de la Beata Ana Catalina Emmerich en la que las personas se reúnen frente a una iglesia de Roma sin saber dónde está el Papa.
En la profecía de Don Bosco, el Papa, en tierras extranjeras, recibe un estandarte que simboliza a la Virgen María y retorna hacia Roma. En la de Ana Catalina, Nuestra Señora aparece y dice que el pueblo necesita rezar y pedir a Dios por el fin de la falsa iglesia.
Cuando todo parezca perdido, la Madre de Dios vendrá en nuestro socorro. Recen el Rosario todos los días y recuerden siempre ofrecerlo por el Papa Francisco.
Traducido por: Maria Cristina Jacome
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