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Foto del escritorLucas Gelásio

El poema profético (05/06/2015)

5 de junio de 2015


El padre Oliveira reconoce que éste fue el fenómeno más enigmático que jamás haya experimentado. Había celebrado dos misas y llegó a casa. Estaba solo en los terrenos de la parroquia. Después de bañarse, orar y cenar, se sentó a descansar un poco. El ambiente era bueno y se sentía muy bien. Se encontró vagando en sus pensamientos, agradeciendo a Dios por el día.


Luego entró en un estado de conciencia alterada. Cree que fue una especie de éxtasis, similar al que tuvo una vez en 2006, durante un retiro, donde Jesús le dijo tres cosas que ahora se han hecho realidad. Clasifica el fenómeno como discurso interno.


Escuchó una voz en su corazón. Él cree firmemente que era la de un ángel, ya que el sentimiento era de profunda seguridad. No pudo discernir si era su ángel de la guarda o alguien más enviado por el Señor, ya que no vio su imagen, solo escuchó su voz. El mensajero pidió que se escribiera todo lo que iba a decir.


El fenómeno pareció durar, para el sacerdote, aproximadamente media hora. Sin embargo, al final ya habían pasado casi tres horas, lo que lo dejó confundido por el lapso de tiempo. A continuación se muestra el texto de lo que el ángel le pidió que escribiera.


El profeta lee los signos de los tiempos

y los transcribe en una palabra velada

sólo para que aquellos destinados al discernimiento de espíritus

comprendan su significado y fuerza.


Por tanto, a ti, a quien dirijo esta profecía, 

muéstrale solamente a quienes yo te indique, 

para que lo hagan, sin temor ni pavor de la verdad,

lo que les voy a mandar.

Después de decir eso, hubo un rato de silencio. Luego continuó hablando y sólo se detuvo cuando terminó, lo que hace pensar al sacerdote que los versos comienzan, en 27 estrofas, desde aquí:


El mal crece y camina en la oscuridad.

Pocos son los que lo conocen,

pocos son los que lo encontrarán.

¡La sombra que camina entre vosotros

se llama cisma, división!


El que defiende al impío y hiere al justo

no ve ni oye.

El soberbio que se dice santo,

en la ceguera de su orgullo,

será el primero en caer en la lucha.


El anciano, que entiende la Palabra, advierte.

El joven sabio denuncia.

Ambos caen por la fuerza

del golpe de quien los instiga.


Lo que se dice libre se une

con lo que se dice bajo el yugo de las reglas,

pues ambos están atormentados

por el mismo mal que surge de las tinieblas.


El rebaño se dispersará.

El pastor quedará aislado.

Ni siquiera los más fieles

se salvarán de esta destrucción.


El corazón de los buenos estará confundido.

El corazón de los impíos se alegrará.

La locura del oro tomará su lugar,

y el hijo del error libremente caminará.


El dolor y la furia vendrán

como nunca se oyó decir.

Desearán la muerte, desearán no ver

aquello que esperaban que sucediera.


El cayado está en el piso.

La casa del rey está vacía.

Porque el Señor de la Verdad que allí habitaba

ya no tiene dónde acampar.


Como aquella habitación vacía del fondo,

así está el corazón del padre.

Por tanto, sigue el consejo de los perversos

y ya no sabe hacia dónde va.


Todo esto será causa

de la ira del que juzga

y se abrirán las puertas del Hades,

poniendo las almas santas en fuga.


Pero a los hijos de este tiempo

los he llamado por su nombre.

Serán como un faro en la noche oscura

y, para las almas, un aliento.


Deberán aliarse con las milicias de lo Alto

y forjar sus almas sin medir el cansancio,

pues serán éstas las piedras del que trabaja la montaña,

la fuerza para derrotar al que engaña.


La luna estará llena

y esta semana los ojos no deberán dormir,

porque después de la caída del mal,

una vigilia deberá surgir.


Aquellos que han sido llamados,

a los suyos deberán convocar

para que en el tiempo oscuro,

sus hijos velen con ellos.


Caerán lágrimas falsas

y el cortejo fúnebre ocultará la alegría de los presentes,

pero esta alegría se transformará en un duelo más grande

si los centinelas estuviesen ausentes.

 

Quien haya leído bien las palabras de esta profecía,

ya ha comprendido

el mal que ha de venir

y el mal que ya ha sucedido.

 

Tendrás que estar preparado

para las tinieblas que surgirán

y deberás convertirte en un centinela fuerte

para que otro mal peor no pueda venir.

 

La profecía escuchada traerá paz,

su rechazo traerá desgracia

de aquél que no sabe lo que hace.

 

Aquel que dice esta profecía

sabe lo que leyó en las señales.

Dice la verdad y espera a que el hermano

entienda tan claramente como la luz en los vitrales.


La luz llegará,el mal será derrotado.

Los hijos de este tiempo se preguntarán:

al final, ¿no será éste nuestro verdadero mandato?

 

¿Desde cuándo la oscuridad fué mayor que la luz?

No te dejes engañar

por las palabras del que seduce.

 

Ha llegado el momento y comenzaron

los tiempos de dolor y furia.

Sólo quien haya abierto los ojos

pasará por el ojo de la aguja.

 

El Señor ya ha preparado

la prueba de nuestro tiempo

y la tierra del zapato verá

la fuerza de la tormenta y del viento.

 

Pero el árbol que resiste la tormenta

se vuelve fuerte e invencible.

Quien haya oído la profecía y la haya comprendido,

volverá a tener un corazón sensible.


Y tú, profeta, prepara tu alma

para el sufrimiento y el dolor.

Serás maltratado y perseguido

porque todo lo dijiste con fervor.


Después de tres tiempos y un cuarto tiempo,

vendrá tu paz.

Serás recordado como un profeta,

aunque algunos te vean como un simple muchacho.

 

Cierra el libro y descansa,

espera firme en la viva esperanza

de Aquel que te dice las palabras:

no pierdas la confianza.

Amén, amén.



Hay muchas interpretaciones posibles de este texto. En este caso, el sacerdote deja que el lector saque sus propias conclusiones, porque, para él, hasta el día de hoy, este es el fenómeno más complejo que jamás haya experimentado.


Obs.: El poema fue escrito por el padre Oliveira utilizando el celular que tenía en la mano. Cuando pasó el fenómeno, revisó el texto y notó que tenía errores tipográficos. Al comienzo de la revelación lo escribió primero como "El profeta lee..." y luego lo corrigió como "Oh profeta, lee...". Después de un mayor discernimiento, el extracto volvió a la versión original, tal como aparece en el texto actual ("El profeta lee").

Traducido por: Pablo Carrión

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