El día 14 de septiembre de 2023, Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la Monja Nordestina rezaba por la humanidad y por las víctimas de una tragedia reciente, cuando tuvo una visión.
Vio el cielo rojizo y sombrío. En algunos puntos había luces de diferentes colores. Varias personas caminaban por las calles.
Algunas caminaban solas y parecían perdidas, sin saber a qué dirección ir. Parecían deambular a ciegas. Estaban muy asustadas por la oscuridad. La monja sentía pena por ellas.
Otras caminaban juntas, en grupos de tres o más personas. Estas tenían mochilas en la espalda, llevaban una vela en la mano y sabían a donde ir. Cada grupo iba a una dirección diferente. Todos rezaban, no tenían miedo.
La monja sentía una fuerte intuición de que aquello debería anteceder a los Tres Días de Oscuridad.
La estigmatizada francesa Marie-Julie Jahenny profetizó algo semejante el día 20 de septiembre de 1880:
“Únicamente las velas benditas de cera darán luz. (…) Habrá dos días de horrible oscuridad, separados de los tres días que muchas almas ya han anunciado. El cielo estará violeta y rojo, y tan bajo que las copas de los arboles más altos parecerán perdidas en él. (…) Durante esos dos días de oscuridad, bajo este cielo, aparecerá una luz, pero nadie podrá verla, porque no se debe exponer el rostro por la abertura de la puerta; habrá algo enviado por Dios en la forma de un relámpago ardiente que oscurecerá el ojo humano. (…) El día de esta oscuridad todavía será soportable, a pesar de la oscuridad.”
El 28 de noviembre de 1881, Marie-Julie anunció:
“El sol se oscurecerá primero, antes de la verdadera oscuridad, que llegará 37 días después de los signos de la oscuridad del sol, los signos de la tierra y de la tormenta anunciada.”
Entiendo que la Monja Nordestina tuvo una revelación sobre el mismo evento. Así, 37 días antes de los Tres Días de Oscuridad, el cielo se pondrá rojizo por dos días.
Bendice velas y tenlas en casa. Mientras el mal sea cegado, los hijos de Dios estarán seguros y podrán dirigirse a los refugios. Pues Nuestro Señor nos dice: “El que me sigue no caminará en tinieblas.” (Juan 8,12)
Traducido por: Maria Cristina Jacome
Comments